Al inicio del desarrollo urbanístico del Valle de Aburrá, las construcciones se asentaron en las márgenes de las
quebradas afluentes al río Aburrá, también conocido como el río Medellín. Las aguas residuales eran vertidas
directamente a las fuentes de agua y al construir los alcantarillados en las ciudades, se concibió igualmente
que las descargas se realizaran a las fuentes de agua más cercanas, generando una contaminación tanto a las
quebradas como al río, que, con el crecimiento de los 10 municipios del Valle de Aburrá, fueron impactando sus
fuentes hídricas.
EPM, como responsable de la operación de los servicios públicos y del servicio de alcantarillado, inicia desde
los años 60’s la búsqueda de soluciones para la descontaminación del río Medellín y sus quebradas, para
contribuir con el medio ambiente y la salubridad de sus habitantes. En las primeras dos décadas se realizaron
obras importantes de redes de recolección de aguas residuales, pero es en el año 1982, cuando se consolida el
plan de saneamiento del río Medellín y sus quebradas, iniciando de manera estructurada la estrategia de
recolección, transporte y tratamiento de las aguas residuales en el Vallé de Aburrá, articulados con los
objetivos y metas de calidad definidos para el río.
Este plan se implementó con un modelo de construcción de redes secundarias recolectoras, que garantizan llevar
los vertimientos de las viviendas, comercios e industrias, hacia las fuentes de agua más cercanas, sin embargo,
paralelo a dichas quebradas, se han construido redes colectoras que recogen las descargas de esas redes
secundarias antes de la fuente de agua y las transportan hacia el río Medellín, donde igualmente se construyen
redes interceptoras paralelas al río, recogiendo los vertimientos de las redes colectoras, transportándolas
hacia las Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR), y descargando finalmente al río con la calidad
exigida por la normatividad ambiental.
Inició ese saneamiento estructurado en el sur del Valle de Aburrá en la década de los 80´s y 90´s, con la
construcción de redes y la PTAR San Fernando, que entró en operación en el año 2000 con una capacidad de 1,8
m3/s. Luego en los últimos 20 años se ha intervenido con mayor énfasis en las redes de los municipios de
Medellín y Bello, para llevar las aguas residuales a la PTAR Aguas Claras, que entró en operación en 2018 con
una capacidad de 5 m3/s, garantizando a la fecha una cobertura en recolección por encima del 96% y en
tratamiento superior al 84% de los vertimientos de los usuarios del Valle de Aburrá. Igualmente, programas
importantes como Habilitación Viviendas, Unidos por el Agua, Conexiones por la Vida y Cierre de Brecha, aportan
de manera significativa para que en especial sectores de difícil acceso o con urbanismos no planificados, se
puedan conectar al sistema de alcantarillado, permitiendo su saneamiento.
A este modelo de saneamiento se le debe destacar sus aportes en Economía Circular, no sólo al lograr un
vertimiento de aguas tratadas al río, lo cual beneficia todos los ecosistemas aguas abajo, sino también la
posibilidad en las PTAR de autogenerar energía con el biogás producido en la biodigestión de los lodos y en el
uso de los biosólidos para mejoramiento de suelos, especialmente en el ámbito agropecuario.
Adicionalmente, para finalizar este plan, se tiene contemplada la eliminación de cerca de 400 descargas de redes
a las fuentes hídricas de mayor dificultad de saneamiento y la construcción de los interceptores y otras PTAR
menores en los últimos 3 municipios del norte del Valle de Aburrá, en los cuales también se han construido las
redes de recolección.
Con inversiones cercanas a los 4 billones de pesos, ya se cuenta con un sistema de alcantarillado que atiende más
de 1,3 millones de usuarios, con más 4.800 km de redes secundarias, colectores e interceptores, y dos grandes
PTAR (actualmente se incluye la infraestructura y usuarios del servicio de alcantarillado en el Municipio de
Rionegro y Valle de San Nicolás). Pero igualmente se estiman inversiones adicionales para los próximo 10 años
que superan los 2 billones de pesos para las obras pendientes y la modernización de la infraestructura.
Si bien uno de los grandes objetivos de calidad para el río y sus quebradas es el mejoramiento en las
concentraciones del Oxígeno Disuelto, DBO, DQO y SST, lo cual se ha logrado de manera significativa, también se
mitigan los problemas de salubridad, se eliminan los olores molestos y se potencializa la utilización de las
zonas aledañas y el corredor del río y sus quebradas para actividades de recreación, así como para el desarrollo
de proyectos urbanísticos y paisajísticos en sus márgenes, que se convierten en aspectos relevantes de
desarrollo de región que se evidencian, convirtiendo al río y sus quebradas en ejes articuladores.
Sin este saneamiento sería muy poco probable contar con los parques lineales que hoy tenemos en algunas de las
quebradas, permitiendo a la comunidad las actividades deportivas y de recreación, pero igualmente en las
márgenes del río cada vez más se desarrollan planes parciales urbanísticos, comerciales, recreativos e
institucionales, que incluso son promovidos desde los Planes de Ordenamiento Territorial de los municipios.
Igualmente, se tiene implementado un modelo operativo para toda esta infraestructura, con el fin de garantizar el
agua residual en la cantidad y calidad esperada en las PTAR. Adicional a las estrategias tradicionales de
mantenimiento, la gestión está apoyada tecnológicamente con sistemas de información, instrumentación de
estaciones de caudal, sensores de aliviaderos y estaciones de medición de calidad de agua en línea.
Este es un modelo de saneamiento que demanda una gestión integral donde participan EPM como operador, las
instituciones gubernamentales con sus planes de ciudad, las autoridades ambientales con su acompañamiento y
control, los proveedores como aliados estratégicos de financiación y construcción, y sin duda los más
importantes, la comunidad, quienes con su apoyo en cada uno de los proyectos e incluso con el pago de la tarifa
del servicio, permiten que se realicen las inversiones y la operación de la infraestructura para lograr estos
resultados.
A pesar de los grandes logros, se presentan aún problemáticas a resolver como las urbanizaciones no planificadas,
los asentamientos migratorios, el impacto del cambio climático, los ajustes en los Planes de Ordenamiento
Territorial no coordinados con la infraestructura, las industrias sin tratamientos internos, los vertimientos no
controlados, entre otros. Si bien el río es responsabilidad de todos los actores que interactúan en la cuenca,
su calidad no es un asunto exclusivo del operador del servicio de alcantarillado, debido a que existen otras
fuentes de contaminación diferentes a las aguas residuales que impactan en algunos sectores las características
del río Medellín y sus quebradas.
No obstante, el programa de saneamiento y la gestión integral implementada ha logrado generar un desarrollo
urbano sostenible en el Valle de Aburrá y aportar con un “ambiente sano”, alineado completamente con el
Objetivos de Desarrollo Sostenible: “Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el
saneamiento para todos”, donde con las soluciones para la descontaminación del río Medellín y sus quebradas, se
aporta al mejoramiento del medio ambiente, con altos beneficios a la comunidad del Valle de Aburrá, aportando
así al propósito de EPM
“Contribuir a la armonía de la vida para un mundo mejor”.